En 1940, con la guerra ya comenzada, Charles Chaplin decide dar el paso de producir, dirigir y protagonizar una película muy crítica con la política y figura de Hitler. De la primera hace mofa del absurdo de sus ideales: exterminar a la raza judía y dominar el mundo (memorables sus discursos en “alemán” y la escena con el globo terráqueo).
De la figura de Hitler se burla con fina ironía tachándole de narcisista e infantil, siempre lindando con la ridiculez. En un país imaginario, Tomenia, el dictador Hynkel decide conquistar el mundo y acabar con los judíos; al mismo tiempo se desarrolla la vida de un barbero judío amnésico por un accidente en la Gran Guerra.