Este libro presenta una lectura antropológica de los campos de Auschwitz a partir de la cual se reinterpreta, desde una perspectiva holista, el conocimiento fragmentario que las memorias de los supervivientes nos han transmitido sobre cómo era el día a día en aquel mundo devastado y en qué consistía la zona gris de las relaciones sociales que surgieron a la sombra de las chimeneas: el contexto etnográfico e histórico de los campos, los rituales de paso que presidían el proceso de deshumanización de las víctimas, cómo era la economía política del tiempo, las jerarquías e intercambios entre prisioneros o los sucesos que adquirieron el carácter de leyendas épicas. Sin embargo, estos problemas no se plantean como descripciones abstractas sobre el genocidio, sino como parte de la cotidianeidad excepcional que los involuntarios participantes se vieron obligados a sufrir.En las ciencias sociales y humanas, el análisis de los casos extremos suscita importantes y relevantes cuestiones teóricas que nos permiten considerar la normalidad, los conflictos y las crisis bajo otro prisma. Al mismo tiempo, también abren un interrogante moral sobre la práctica de nuestras disciplinas, cuando se reflexiona sobre las omisiones y silencios que ciencias como la Antropología han mantenido ante catástrofes sociales y culturales, como los etnocidios y genocidios del siglo xx, que han padecido tanto personas pertenecientes a las culturas de donde procedían los antropólogos como a las de las sociedades que han estudiado tradicionalmente.